Vida y memoria en colorido concurso de ofrendas
Con entusiasmo, creatividad y respeto por las tradiciones mexicanas, trabajadores del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP) participaron en un emotivo concurso de ofrendas, en el marco de la celebración del Día de Muertos,
En este vibrante certamen participaron todos los colaboradores de las secretarías y direcciones de área de la institución. El evento se desarrolló en un ambiente festivo, lleno de simbolismo, que reunió un total de 21 ofrendas, con visión tradicional y contemporáneas, todas reflejaron la riqueza cultural de México, además del compromiso del personal con la preservación de nuestras raíces.
Rodrigo Rojas Navarrete, director general del CONALEP, hizo un recorrido por todas las ofrendas y agradeció la entusiasta participación de todos los trabajadores, destacó que este tipo de actos no solo fomentan las tradiciones mexicanas, sino que también fortalecen la cultura organizacional. “Me siento muy honrado de encabezar esta institución, nuestra misión es formar a los mejores técnicos, pero también a los mejores seres humanos y ustedes son ejemplo de eso”, aseguró.
Las ofrendas presentadas son obras de arte efímero, inspiradas en diversas expresiones culturales del país, entre ellas destacaron representaciones de la cultura oaxaqueña, la tradición del Estado de México, la emblemática ofrenda de Janitzio, la visión mexica de la muerte, así como homenajes a las mujeres indígenas y otras destacadas en la historia nacional.
Cada montaje incluyó elementos tradicionales como velas, flores de cempasúchil, alimentos típicos, granos, semillas, pencas de maguey, petates, cráneos, calaveras e imágenes de seres queridos fallecidos, creando un espacio de encuentro entre la memoria y la celebración.
En el concurso del CONALEP, los trabajadores expresaron con creatividad y emoción que los seres queridos fallecidos viven en sus corazones, celebrando su memoria los pasados 1 y 2 de noviembre.
Calaverita literaria:
En el CONALEP la flaca llegó,
muy discreta y con cuidado,
pues sabía que el director
siempre anda muy ocupado.
Entre informes y reuniones,
la Muerte se le acercó,
pero al verlo tan sereno,
hasta respeto le dio.
“Maestro Rodrigo,” le dijo,
“vengo por pura curiosidad,
dicen que además de dirigir,
¡también canta con calidad!”
Él sonrió con elegancia,
sin perder la compostura,
y la flaca, algo apenada,
se rindió ante su figura.
Así volvió al inframundo,
sin llevarse a su invitado.
  
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